Las últimas semanas están siendo difíciles para Tampa Bay. Su ofensiva no funciona y han perdido contra los Steelers y los Panthers, dos de los peores equipos de la liga. De hecho, contra los segundos tuvieron el dudoso honor de quedarse en tres puntos, una de las anotaciones más bajas de la carrera de Brady.
De los cinco partidos que han jugado después de la Semana 2, los de Florida únicamente han salido victoriosos en uno (21-15 contra los Atlanta Falcons). Datos que dan fe de la crisis que atraviesa el equipo dirigido por Todd Bowles (58). Un barco que poco a poco se va hundiendo sin remedio.
En el otro lado tenemos a los Baltimore Ravens, una escuadra que parece seguir el camino inverso que su rival. Los de Maryland dejaron muchas dudas en el arranque de la competición y, sin embargo, ahora llegan en una dinámica positiva. Revirtieron su récord negativo y miran de frente a los playoffs.
Están construyendo desde la defensa. En la Semana 7 redujeron a Cleveland a un ridículo 2-11 en terceros ‘downs’. Este puede ser un factor determinante teniendo en cuenta las dificultades que están atravesando los Bucs a la hora de atacar.
Brady contra Jackson, polos opuestos
Pese a tener las cosas cuesta arriba, Tom Brady sigue desplegando el juego que le ha llevado a ganar siete anillos de la NFL. El problema es que él lanza sus yardas (es el sexto que más acumula), como de costumbre, pero no encuentra socios que las transformen en anotaciones. Se les resiste la zona roja. De ahí que en Florida barajen la opción de incorporar a Odell Beckham Jr. (29).
Por contra, mientras los Ravens levantan el vuelo, Lamar Jackson no ve carburar su juego. El que fuera MVP en 2019, está muy lejos del nivel que le permitió ser el jugador más valioso. Lanza poco (1.397 yardas) y corre menos, que es lo que le hizo marcar la diferencia.
Ambos buscarán recuperar sensaciones en el ‘prime time’ y los aficionados esperan que así sea. De lograrlo, seguro que ofrecerán un espectáculo digno de ver.