En el primer set, Alcaraz fue muy regular y constante y supo contrarrestar todos los intentos de un combativo Dimitrov por ponerse a su altura. No estuvo nada mal el búlgaro pero el murciano fue una roca y no hubo manera de arrebatarle un primer asalto muy trabajado. En la adaptación a la hierba, el de El Palmar está interpretando muy bien el bote de la bola, que corre mucho. 

Resultó sorprendente el arranque del segundo después de ver a un Alcaraz tan sólido en el primero. En el tenis actual, y frente a un rival de categoría como Dimitrov, bajar un poco la intensidad significa que te coman el terreno. Eso le ocurrió a Carlitos. En un santiamén, casi sin darse cuenta, se vio con un 3-0 por debajo en el marcador. No era lógico un cambio tan drástico en tan poco tiempo. 

Por suerte, le sonó a tiempo el despertador para reaccionar. El cambio de actitud surtió efecto de manera inmediata y el español logró los cuatro juegos siguientes de forma consecutiva. La lección estaba aprendida. Bajar la guardia, aunque sea levemente, supone llevarte un buen susto. 

Dimitrov no sabía cómo responder a la reacción fulgurante del murciano. El inmejorable comienzo del segundo set se esfumó en poco tiempo debido a la fuerza arrolladora y la precisión de un Alcaraz que supo remar contracorriente cuando tocaba. Tras cuatro juegos consecutivos perdidos, Dimitrov dio un grito de alegría al conseguir el 4-4. Todavía había esperanza para él. 

La ilusión le duró poco ya que Alcaraz le rompió el saque en el noveno juego y se puso con 5-4 y servicio a su favor para poder rematar el partido. No falló. 

En semifinales le espera otro joven talento, el norteamericano Sebastian Korda, un gigante de 1´96 y 22 años que intentará dar guerra a un Alcaraz que tiene la flecha hacia arriba. 

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