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Modric, la estrella de 37 años que sostiene al Real Madrid y a Croacia

AFP
Luka Modric, centrocampista croata
Luka Modric, centrocampista croataAFP
Cuando algunos pensaban que el de este viernes ante la todopoderosa Brasil podía ser el último partido mundialista de Luka Modric, la estrella croata volvió a guiar con su luz a una Croacia que vuelve a hacer historia al clasificarse para semifinales en la competición reina del fútbol.

Antes del partido, Luka Modric dejaba planear la duda: "No sé cuánto tiempo voy a jugar con la selección nacional. Si alguien tiene una fórmula para mantenerme joven... que me la dé". A sus 37 años, quizá la fórmula no la ha encontrado, pero sí volvió a dar una lección de cómo marcar el ritmo que más convenía a su equipo en cada momento.

Omnipresente, ofreciéndose siempre a sus compañeros y abnegado en defensa, justo antes de la prórroga se interpuso a un disparo de Militao dentro de su propia área, Modric fue también el jugador croata que recuperó la pelota que acabaría suponiendo el tanto croata en el 117 con el que se llegó a los penales.

Y desde los once metros no falló, engañando a Alisson en un ejercicio que maneja a la perfección.

Aunque aún no ha puesto fecha a su retirada (en broma dijo al llegar a Doha que lo haría si ganaba el Mundial), su marcha dejará un vacío inmenso en el mundo del fútbol.

Entre 2008 y 2021, Modric fue el único futbolista en ganarles un Balón de Oro a Messi y Cristiano Ronaldo. Lo logró en 2018 después de liderar a la 'Vatreni' hasta la final del Mundial de Rusia, perdida por 4-2 contra Francia.

Modric es "uno de los centrocampistas más completos del mundo, con una velocidad fantástica y una visión de juego única", resumía hace un tiempo el astro sueco Zlatan Ibrahimovic.

"Inmortal", le definió esta temporada su técnico en el Real Madrid Carlo Ancelotti, quien sigue confiando a ciegas en el talento del croata, crucial en la conquista de la Liga de Campeones en 2022, la última de las cinco logradas por Modric en el equipo blanco desde que llegó hace una década procedente del Tottenham.

Cuenta solo con una menos que Paco Gento, pero tiene tantas como Paolo Maldini, Cristiano Ronaldo o Karim Benzema... Una más que Leo Messi o Andrés Iniesta, a quien Modric considera el mejor jugador con el que se ha enfrentado.

 Toque de exterior único 

Su sello único, ese golpeo con el exterior del pie, acariciando el balón, tan de otro tiempo como maravilloso de ver, repitiéndolo este viernes ante Brasil en varias ocasiones.

Modric es a la vez un '10' a la antigua, de los que veían el juego antes que los demás y marcaba el ritmo del partido, un regateador de excepción en espacios pequeños, un luchador incansable y magnífico en el disparo.

El Mundial-2018 parecía su obra maestra, pero cuatro años después y con un equipo renovado, ha vuelto a guiar a la pequeña Croacia a una semifinal de un Mundial, eliminando a Brasil.

En Rusia, todo podría haber cambiado cuando en octavos de final cuando erró el penal que habría dado la victoria contra Dinamarca (1-1 tras prórroga), lo que no le impidió volver a lanzar en la tanda decisiva. "Sabía la presión que hubiese tenido de volver a fallar", reconoció en el documental 'Captains' producido por la FIFA. Pero no volvió a fallar.

Porque otra de las características de Modric es su fuerza mental, algo que podría sorprender por esa imagen de tímido que da fuera de la cancha. "No me gusta hablar demasiado de mí, es como si yo me alardease. Pero siempre he tenido el sentimiento de ser un líder", dice.

Carácter forjado en la niñez 

Algo que confirman tanto sus compañeros ya en 2018 (Demagoj Vida, Dejan Lovren, Ivan Perisic) como la nueva generación: "Luka no necesita gritar para que le escuchemos", resume el delantero Andrej Kramaric. "Ver a gente como Luka Modric correr y morir sobre un terreno de juego da a los jóvenes una energía suplementaria", añade el lateral Josip Juranovic.

"En mi carrera, no me regalaron nada", explicó Modric en la serie 'Captains'. Tanto en el Tottenham como en el Real Madrid, hubo dudas al principio sobre la capacidad de Modric antes de convertirse en una pieza básica.

Este carácter fuerte lo forjó en su infancia, cuando de niño tuvo que huir de las masacres cometidas en la guerra de independencia de Croacia (1991-95). "El fútbol permitía evadirnos de todo lo que pasaba alrededor", recuerda.

Sus allegados cuentan que de niño jugaba en el asfalto delante del hotel de Zadar donde la familia había encontrado refugio. "Cuando miro las fotos de pequeño, en todas estoy con un balón".

De este periodo, Modric guarda una profunda herida. La muerte de su abuelo, que se llamaba igual que él y con quien, según cuenta, pasaba los días en las montañas que custodian la costa dálmata. "Me entristece que no haya podido ver al menos una parte de lo que he logrado".