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México y su gente: una relación rota a menos de dos años del Mundial

Francisco Espinosa García
Javier Aguirre
Javier AguirrePhoto by ULISES RUIZ / AFP
Hubo un tiempo en el que, durante la semana previa a cada fecha FIFA, la terminal de llegadas internacionales del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México se llenaba de reporteros que partían sus días y hasta hacían guardias en el recinto para esperar a cada uno de los convocados de la Selección Mexicana de Fútbol.

Era una época en la que el Tri presentaba, en cada uno de sus partidos de mayor relevancia, un once inicial con futbolistas que jugaban en algunas de las principales ligas de Europa. Y, aunque sus actuaciones eran irregulares y en varias ocasiones no lograban imponer su jerarquía vestidos de verde, sí provocaban ilusión en la gente.

Por eso, sabedores de lo que generaban aquellos legionarios, los medios deportivos mexicanos se peleaban por la mejor posición en el aeropuerto para tener el ángulo correcto de la llegada de los futbolistas provenientes de España, Alemania, Portugal, Países Bajos e Italia. Tener un equipo repleto de ‘europeos’ era un orgullo nacional futbolístico.

No obstante, ese sentimiento patriotero es, desde hace mucho tiempo, un efímero recuerdo que, con el peso de una actualidad paupérrima, se ha convertido en una férrea nostalgia y un desinterés atroz en el seleccionado nacional. La última vez que México presentó una alineación con futbolistas compitiendo en el primer orden europeo fue en 2017, cuando el Tri se enfrentó a Portugal en la Copa Confederaciones. 

Y en esos siete años que han pasado, en demerito de la pasión nacional, la selección mexicana ha dilapidado la fama construida en 20 años de tener un proyecto sólido en el que los jugadores comenzaban a salirse de su zona de confort para probar suerte en el viejo continente, mientras sus dirigentes se han preocupado más en afianzar económicamente el producto que lo que pasa en cancha. El sábado, sólo cinco de los once jugadores mexicanos que iniciaron el partido frente a Nueva Zelanda en Los Ángeles juegan en Europa; ninguno lo hace en una de las cinco principales ligas del continente (España, Inglaterra, Alemania, Francia e Italia).

Desconexión entre equipo y la gente

En ese contexto adverso y desolador quiso meterse Javier Aguirre, ya con una carrera consolidada en España y con comprobado conocimiento de todos los males que acarrea la idiosincrasia futbolística nacional. Contratar al ‘Vasco’ fue la mejor decisión que pudieron tomar los federativos mexicanos, quienes necesitaban de manera urgente un pararrayos tras la consumación de un nuevo fracaso en la Copa América 2024. 

No obstante, a pesar de que el estilo jocoso y relajado de Aguirre comenzó a colmar las redes sociales de la selección y de medios de comunicación deportivos, el partido del pasado sábado terminó por comprobar la desconexión que existe entre la gente ferviente por el juego y su representativo nacional. 

A pesar de que en la previa se hicieron virales las frases de Aguirre en conferencia de prensa, mientras hablaba de los tiempos modernos en los vestuarios de un equipo de fútbol y de cómo habían envejecido o engordado varios de los reporteros que lleva conociendo por más de dos décadas, el desaire de la gente fue tan evidente como doloroso. 

El mítico Rose Bowl, que otras tantas veces lucía repleto sin un solo espacio disponible en sus 90,000 asientos gracias al furor causado por la selección mexicana sin importar el rival en turno, esta vez lució desolador con poco más de 20,000 aficionados presentes bajo una tarde de sol californiana. Para colmo, para terminar de completar el cuadro depresivo, México registró otra decepcionante actuación ante un rival inoperante. Ni el 3-0 a favor fue suficiente para calmar las críticas. 

Fue esa evidente desconexión el tema central de las entrevistas posteriores al partido. Periodistas, jugadores y hasta el propio Aguirre, hablaron al respecto y, por primera vez en mucho tiempo, pusieron de relieve el descontento de la afición. En un cambio de narrativa considerable, atrás quedó aquel reclamo de Irving ‘Chucky’ Lozano, quien se quejó en televisión nacional de los abucheos de la gente en el Estadio Azteca luego de una desastrosa actuación del Tri. 

Fue Orbelín Pineda, autor del primer gol en el marcador y futbolista del AEK de Atenas, quien aceptó tras el partido que había un claro mensaje de la gente que se había cansado de ser siempre fiel, a pesar de todo. El exjugador del Guadalajara fue tajante al decir que la única manera de volver a generar confianza con su afición es mejorar y conseguir resultados. 

Pero sin duda, mientras el furor de la poca afluencia de personas era la principal noticia deportiva nacional muy por encima de la victoria, Javier Aguirre fue más allá en conferencia de prensa y, por un momento, dejó de lado el intercambio coloquial y dicharachero con la prensa y optó por hablar sin tapujos, como tantas otras veces lo ha hecho. 

Cuestionado sobre si había un letargo y bloqueo mental en los futbolistas de la selección, tras la furiosa respuesta de la gente por los últimos resultados en competencias de primer orden, el Vasco no se detuvo en rodeos y fue tajante. “No es tangible que tal o cual jugador esté en un estado anímico de tres en escala de diez, o que de repente esté arrastrando derrotas o fracasos, o malos momentos, pero esa es mi labor. Mi labor es mirarlos a los ojos, escudriñando, interrogando y metiéndome ahí, tendré que sacar conclusiones, ¡y el que no responda, tendrá que irse!”.

Tras un ciclo comandado por Jaime Lozano, en el que el futbolista vivió cómodamente en las concentraciones de Copa América compartiendo hotel con sus familiares y dejando de lado las exigencias que había impuesto Gerardo Martino durante su gestión, Aguirre levantó la voz desde la autoridad que conlleva su puesto y puso en marcha el plan de rescate de un equipo que en menos de dos años será coanfitrión de un Mundial. 

Y, para el Vasco, ese aspecto debería ser suficiente para sacar el amor propio de una selección sumida en la depresión desde hace tiempo. “El jugador que yo necesito es el que se comprometa con que es una gran oportunidad jugar una Copa del Mundo en tu casa. No hay mayor satisfacción que una Copa del Mundo, y qué mejor en tu casa. Por eso necesito gente que esté limpia de aquí (señalándose la cabeza) y limpia de acá (apuntando el corazón) para abajo. Y estoy en ello, estoy en ello”, comentó Aguirre.

Una afición, harta y cansada, espera ansiosa que el técnico más importante en la historia del fútbol mexicano, pueda lograr su cometido.