Bélgica llegaba al choque ante Marruecos tras una engañosa y decepcionante victoria ante Canadá en la primera jornada por 1-0. Lo mejor sin duda fue el resultado y los tres puntos, pero tanto Kevin De Bruyne como el seleccionador Roberto Martínez se mostraron preocupados por la actuación de los europeos, que tuvieron en Thibaut Courtois a su mejor jugador, con el guardameta madridista parando un penalti para salvar a los suyos.
Posiblemente por este motivo, el técnico español hizo tres cambios respecto al primer partido, entre ellos dando paso al pequeño de los Hazard, Thorgan, por un Yannick Carrasco que provocó el penalti ante Canadá y no tuvo su mejor rendimiento. El único, a priori, innegociable era Eden, en un claro mensaje de apoyo y confianza de su entrenador, sabedor de que las opciones belgas de llegar lejos en Catar pasan por la recuperación de una de sus estrellas.
Por su parte, Marruecos, pese a las molestias físicas de sus dos laterales, Hakimi y Mazraoui, optó aparentemente por repetir el once con el que logró un meritorio empate ante Croacia basado en el buen hacer defensivo de los norteafricanos. A priori era el mismo equipo, porque los aficionados al mundo del misterio estuvieron entretenidos un buen rato al ver un cambio de última hora en la portería. Bono, a quien incluso se le vio cantando el himno nacional con la mano en el corazón junto con el resto de titulares marroquíes, desapareció inexplicablemente del once en favor de Munir (luego se sabría que sufrió una inoportuna indisposición justo antes del inicio del partido).
De Bruyne y Hazard no se sintieron cómodos
Esoterismos aparte, Bélgica comenzó el choque con otra cara diferente en comparación con su debut y llevando todo el peso del juego pese a contar con el público del estadio Al Thumama, abarrotado de ruidosos aficionados árabes, en su contra. Pese a esta hostilidad, Batshuayi estuvo a punto de marcar su segundo gol mundialista en los primeros minutos, pero la defensa marroquí se impuso en esa y en todas las ocasiones de los Diablos Rojos en la primera parte.
Una de las claves fue la complicada situación sobre el terreno de juego de De Bruyne, incómodo en todo momento, con el gesto torcido y que con toda seguridad tendría en mente sus palabras en la previa lamentando las enormes y “frustrantes” diferencias entre el juego de la selección belga y el de su club, el Manchester City. Ni él ni Hazard se encontraron mutuamente, por lo que los ataques belgas fueron estériles y su inoperancia ofensiva, evidente.
Pero pudo ser mucho peor para los chicos de Martínez. En el tiempo añadido de la primera mitad, una falta desde el pico del área botada por Hakim Ziyech (29) se envenenó y acabó besando las mallas de la portería de Courtois. Saiss, adelantado por escasos centímetros, no llegó a tocar el balón, pero el colegiado mexicano César Arturo Ramos fue llamado por el VAR para evaluar la intervención del jugador del Besiktas. El árbitro apreció que el marroquí había influido en el arquero belga disputando el balón y anuló el gol, con lo que se llegó al descanso con empate y con el susto de los europeos todavía en el cuerpo.
Ambos conjuntos tenían las ideas bastante claras y la situación se mantuvo tras la reanudación en un principio, con Bélgica tratando de controlar la posesión y Marruecos confiando en la velocidad de sus atacantes en los contragolpes, aunque con una confianza cada vez mayor en sus opciones de triunfo.
La valentía de Marruecos dio sus frutos
Tanto Hazard, con una ocasión que recordó a sus mejores y añorados tiempos en el Chelsea y que obligó a Munir a enviar a córner, como Boufal, cuyo golpeo tras dejar atrás brillantemente a Meunier se fue ligeramente desviado, pudieron adelantar a sus países al inicio de la segunda parte, donde la sensación fue de un partido más abierto y atractivo para el espectador gracias a la mayor valentía de los árabes.
Es gratificante cuando el fútbol premia el arrojo de un equipo. Los Leones del Atlas, ya sin ningún miedo al ver que estaban compitiendo de tú a tú contra sus rivales, se vinieron arriba y lograron su merecida recompensa. En una acción exactamente igual que la que supuso su gol anulado en la primera mitad, se demostró que había más laboratorio y táctica de lo que parecía en el balón parado norteafricano. Otra falta lateral, en este caso ejecutada por Abdelhamid Sabiri (25), buscó el centro chut para complicar a Courtois. De nuevo, un marroquí se cruzó para distraer al guardamenta belga, pero esta vez en posición reglamentaria y el balón se coló en la portería para que el éxtasis se extendiera por todos los rincones del Al Thumama con la única excepción del banquillo liderado por Roberto Martínez.
Pese a los cambios de los Diablos Rojos, incluyendo el debut en el Mundial de Lukaku, nada pudieron hacer para romper el muro árabe en busca del empate y lo más cerca que estuvieron fue con un cabezazo de Vertonghen que se fue rozando el palo. El asedio final fue inútil y las embestidas belgas, con más corazón que cabeza, fueron infructuosas. Por si fuera poco el castigo recibido para los europeos, una contra fulgurante en el tiempo añadido propició que Ziyech, tras una gran acción individual, le cediera el balón a Zakaria Aboukhlal (22), que disparó por la escuadra para sentenciar el choque en la que fue la primera victoria de Marruecos en un Mundial en los últimos 24 años.
Los Leones del Atlas, de este modo, presentan su candidatura a meterse en octavos gracias a sus dos grandes resultados ante los cocos del grupo, Croacia y Bélgica, y buscarán otro resultado positivo ante Canadá para dar una alegría al fútbol africano. Por su parte, los belgas quedan muy tocados con otra mala imagen y se la jugarán ante los croatas en la última jornada, donde mucho tendrán que cambiar para poder clasificarse para la siguiente ronda.
Jugador Flashscore del partido: Ziyech.
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