La RFEF espera que 1.800 aficionados españoles apoyen a su selección en Braga
El popular cántico Nunca caminarás solo se asocia principalmente al Celtic de Glasgow y al Liverpool, pero su espíritu lo sentirá este martes la selección española a las 20:45 horas cuando cuando sale al terreno de juego y en las gradas del Estádio Municipa de Braga haya 1.800 seguidores vestidos de rojo intentando poner su granito de arena para espolear a sus jugadores.
El encuentro decidirá la última plaza que queda libre para la fase final de la UEFA Nations League, donde ya esperan las selecciones de Croacia, Países Bajos e Italia, que ayer lunes estaba en la misma situación que España, puesto que solo le valía la victoria ante Hungría si quería quedar primera de su grupo y derrotó a los magiares por 2-0 en Budapest.
La selección lo tendrá un poco más difícil que la Azzurra, ya que enfrente se encuentra Portugal, uno de los mejores equipos del viejo continente, que ya conquistó la Nations League del año 2019, la Eurocopa de 2016 y que en esta competición solo ha perdido un partido como local (por 1-0 ante Francia en 2020), empatando otro y ganando los siete restantes.
Un estadio único para el partido decisivo
Por norma general, la federación portuguesa suele celebrar los partidos importantes de su equipo nacional en el Estádio do Dragão de Oporto o en el Estádio da Luz y el Estádio José Alvalade de Lisboa, pero en esta ocasión han optado por ir a Braga, al norte del país, y que el partido decisivo se juegue en el particular Estádio Municipal de Braga, apodado A Pedreira (La Cantera), que es uno de los más curiosos que se pueden ver en toda Europa.
Inaugurado en 2003 como tantos otros de cara a la Eurocopa de 2004 que se disputó en Portugal, este recinto, con capacidad para 30.286 espectadores, tiene la peculiaridad de que se construyó en una cantera de granito y no tiene gradas en los fondos, solo en los laterales que se conectan entre sí en la parte superior por decenas de cables de acero, y para moverse entre ambas hay que desplazarse por debajo del campo. Este diseño único le sirvió a su arquitecto, el luso Eduardo Souto de Moura, para ser galardonado con el Premio Pritzker de arquitectura en el año 2011. Un emplazamiento que España recordará con cariño si consigue su objetivo.