Gustavo Fernández, en busca de la medalla paralímpica después de estar a punto de morir
En la élite del tenis paralímpico desde hace más de diez y actualmente número cuatro del ranking ITF (Federación Internacional de Tenis), busca en París su primera medalla paralímpica en su cuarta participación.
Un infarto medular con un año y medio de vida lo dejó paralítico de cintura para abajo, pero eso no le impidió seguir los pasos de su padre, el baloncestista Gustavo 'Lobito' Fernández, y convertirse en un deportista profesional, llegando a ser abanderado paralímpico argentino en Río-2016
"Sería lindo llenar el álbum de figuritas, como le pasó a Djokovic. Pero si no pasa, creo que el enfoque que estamos tomando últimamente va de la mano de lograr mi disfrute dentro de la pista", declaró a la AFP tras su primer partido de la cita paralímpica, el domingo.
Los últimos años han sido "de mucho aprendizaje, de muchos desafíos duros", pero "cuando ves que todos los caminos te llevan a un lugar (...) es cuestión de seguir transitándolo", agregó.
El argentino sale del que quizás fue el momento más oscuro de su vida, tanto profesional como personal. O como él lo define, "un par de años bravos".
A mediados de 2023, sufrió una hemorragia tras una cirugía que a punto estuvo de costarle la vida y que le llevó, a finales de ese año, a sufrir un ataque de pánico y padecer un severo trastorno de ansiedad generalizado.
"No me arrepiento"
"Hubo que reagruparse mucho", resumió el paratenista, ganador de ocho Grand Slam: dos Open de Australia, tres títulos en Roland Garros (uno de ellos en dobles) y otros tres en Wimbledon (dos de ellos en dobles).
El primer paso fue "superar el miedo", el trastorno de ansiedad por la salud, y después tratar el trastorno de ansiedad generalizado, que "cualquier persona que ha vivido eso sabe lo duro y lo tedioso que es".
Pese a lo traumática que fue la situación, Fernández hizo prueba de una positividad inquebrantable, prefiriendo acordarse de la lección vital que le brindó.
"Para mí fue una enseñanza enorme y me trajo a este lugar que estoy ahora. Realmente no me arrepiento de que haya pasado", confesó.
El camino fue largo, pero el tenista destaca ante todo la ayuda de todos los que lo rodean, que lo sacaron del "pozo", siguiendo en todo momento sus tiempos y sus decisiones.
"Fue todo paso a paso, respetándome, respetando lo que hago, lo que tenía que vivir, lo que me tocara, el tiempo que tocara", explicó agradecido, desvelando que en esa época no tenía claro si llegaría a los Juegos Paralímpicos o incluso a los torneos de marzo del ITF Tour.
Su mejor tenis
Es a su mujer, Florencia Tagliaferro, a la primera que nombra al acordarse de todo lo que vivió.
"Se quedaba conmigo a las tres de la mañana poniéndome meditaciones para que yo pudiera dormir, porque me despertaba con pánico del miedo y sin poder respirar", explicó Fernández.
El argentino regresó incluso a casa de sus padres, "como cuando tenía 15 años". "Me fui a dormir a mi habitación, acobijado por mis padres".
"Fue duro, porque nosotros siempre lo vemos tan fuerte. Siempre se creyó que era un superhéroe y se dio cuenta de que es humano", explicó este lunes a la AFP Nancy Fiandrino, después de que su hijo llegase a la tercera ronda en París.
Sus padres y su esposa, además de uno de sus amigos más cercanos, lo acompañan en los Juegos Paralímpicos, en los que se siente "muy pleno y con mucha motivación".
A pesar de admitir que sus 15 años de carrera le pasan factura, se siente "jugando el mejor tenis" de su vida. "Me siento mentalmente con una claridad y una madurez y un desarrollo espectacular".
Fernández, que llegó a ser N.1 del mundo por primera vez en 2017, solo desea "aprovechar, disfrutarlo" y lograr seguir haciendo lo que mejor sabe.
El tenis "es donde he logrado expandir mi alma al máximo posible", afirmó. Y donde piensa seguir haciéndolo, por ahora en los cuartos de final en el recinto de Roland Garros, donde se enfrentará al británico Gordon Reid (N.5) para seguir soñando con la medalla.