Ngonge salva el empate para un Nápoles que recibirá al Barcelona con muchas dudas (1-1)
Los constantes movimientos de Kvaratskhelia, de izquierda a derecha, no fueron suficientes para encender la mecha. La pólvora del Nápoles está mojada, más bien empapada. Y por si fuera poco, su retaguardia se mostró demasiado dubitativa, especialmente en el gol del Génova, firmado por Frendrup en el segundo minuto de la segunda parte.
Todo ello tras un primer tiempo en el que los ligures habían estado más atinados, con Retegui capaz de poner en apuros a un Ostigard cada vez más desconcertado, que fue sustituido en el descanso después de haber visto una amarilla.
Sin embargo, el destino quiso que fuera su sustituto, el brasileño Natan, quien asistiera involuntariamente a Frendrup, tras anticiparse a Retegui, para que el centrocampista danés adelantara a los genoveses. Su certero remate congeló a los azzurri. El toque del brasileño, mal colocado, fue de esos que en las escuelas de fútbol dicen que hay que evitar a toda costa, porque fue hacia el medio, donde la posibilidad de recibir un castigo es más que probable. Los napolitanos quedaron tocados con el gol y únicamente les salvó el talento de Ngonge en el minuto 90.
Ngonge evita la debacle
Sin ideas y bien contenidos por el trabajo defensivo de los de Gilardino, los once de Mazzarri apenas encontraron huecos para hacer daño al rival, y sólo las iniciativas del extremo georgiano generaron algo de inquietud. Un cabezazo alto de Anguissa reflejaba la imagen de la impotencia absoluta de un Nápoles que defiende de la peor manera posible el Scudetto que lleva cosido en el medio de la camiseta. Un título que ahora pesa y se siente en el alma y en las piernas de los jugadores, que fallaron hasta los pases más elementales.
El gol clásico de delantero centro de Ngonge, que volvió a redimir a su equipo como contra el Hellas Verona, fue el arrebato individual de uno de los pocos que creyó en él hasta el final. Casi libre de la mediocridad del grupo azzurro, el belga volvió a protagonizar una remontada, esta vez, sin embargo, a medias.
El último esfuerzo de los partenopeos no fue suficiente, y el 1-1 certificó un muy mal momento desde el punto de vista del juego y la confianza. Y el miércoles llega al Maradona el Barcelona en la Liga de Campeones, una competición en la que la mentalidad es fundamental para no venirse abajo.