La misión de Vieira: ¿bastará un abrazo para hacer las paces con Balotelli?
"Son dos personas inteligentes, se abrazarán delante de mí". Y después de todo, ¿qué otra cosa podría haber dicho el presidente Zangrillo tras poner a Mario Balotelli y Patrick Vieira en el mismo vestuario?
Quién sabe si, cuando dijo "sí" al fichaje de su nuevo entrenador, el número uno del Génova estaba al tanto de la casi trifulca entre los dos exfutbolistas del Inter, que cuando se encontraron en Niza, con el francés ya en el cargo de entrenador, estuvieron a punto de pegarse.
En realidad, los anales del fútbol están llenos de reyertas en los vestuarios. El problema es otro y tiene que ver con las razones que también llevaron a Vieira a tirar la toalla, a pesar de haber aceptado inicialmente el reto de devolver a SuperMario a las más altas cotas. Una escena vista una y otra vez durante muchos, demasiados años.
El brazalete de capitán
El nuevo entrenador del Génova estaba incluso dispuesto a darle el brazalete de capitán del club francés para convencer al exdelantero azzurro de que remara en su dirección o, al menos, de que no empezara a remar contra él.
Todo en vano: "Podemos hablar sin temor a equivocarnos de fracaso. Aunque el 98% de sus compañeros le quieren, Mario es el mismo de siempre y tengo que pensar en el colectivo. Tiene un ego fuerte, pero no consigue ponerlo al servicio de los demás. No es un mal tipo, pero es difícil trabajar con él".
Y si es cierto que el Génovaa no es sólo Balotelli, no es menos cierto que SuperMario es una apuesta de Zangrillo. Una apuesta valiente pero arriesgada que el propio presidente rossoblu ha decidido convertir en misión imposible. Porque los dos lo intentarán, y si las cosas empiezan a ir bien, ambos se dirán orgullosos de haber conseguido arreglar una relación que parecía inviable.
La fuerza de un abrazo
Los problemas llegarán en los primeras curvas, que, inevitablemente, las habrá teniendo en cuenta quege hablamos de un equipo que sólo ha ganado uno de sus últimos diez partidos, perdiendo seis.
Sólo en ese momento, a la sombra del Luigi Ferraris, se darán cuenta de si han hecho lo correcto al añadir gasolina a un vestuario ya incandescente por la mera presencia de uno de los jugadores más controvertidos en activo, que ha derrochado un talento tan grande que incluso los que nunca han sido sus fans están en pie de guerra.
Y por eso es legítimo preguntarse si -aunque Zangrillo tenga razón y ambos se abracen de verdad delante de él y quizá incluso en público- un abrazo bastará para hacer las paces con un hombre que aún no ha conseguido hacer las paces consigo mismo.