Flashback: Cuando un gol de Trezeguet decidió el Scudetto entre Milan y Juventus
En la primera mitad de la década de 2000, como también ocurrió a mediados de la década anterior, Milan y Juventus disputaron una gran cantidad de partidos de alta tensión. Con plantillas de extraordinaria calidad y una tradición ganadora, ambos protagonizaron la única final italiana de la Liga de Campeones. El 28 de mayo de 2003, en Manchester, los rossoneri se impusieron en la tanda de penaltis. Y casi un año después, en San Siro se disputó un duelo apasionante por el título de liga en la Serie A.
Al inicio de la 35ª jornada, los dos rivales en la lucha por el Scudetto sumaban 76 puntos en la clasificación. Y a falta de tres partidos para el final del campeonato, los noventa minutos disputados en el Meazza adquirieron una importancia vital. Quien ganase daría con toda probabilidad un empujón decisivo en la carrera por el título. Y el 8 de mayo de 2005, a las 15:00 de un soleado día primaveral, todo estaba listo para la batalla.
Contención
A un lado y al otro, una cantidad ingente de campeones. Alessandro Del Piero y Paolo Maldini, sonrientes, acompañaron a las dos filas de jugadores en su entrada al campo, se estrecharon la mano y encendieron la mecha en el desafío por el Scudetto. Por parte de los anfitriones, el encargado de frotar la lámpara era Andrea Pirlo, mientras que Kakà tuvo que aportar sus clásicas aceleraciones para activar al bombardero Shevchenko y a su escudero Tomasson. En el bando visitante, en cambio, había más contención en el centro del campo, donde Appiah y Emerson vigilaban y Camoranesi y Nedved partían desde los costados para abastecer a Trezeguet en ataque. Del Piero, en cambio, tenía libertad creativa.
Y fue precisamente en una de sus arrancadas por la banda izquierda, donde nació la ventaja de la Juventus en el minuto 28. Dos fintas sobre Gattuso, con bicicleta incluida, un poco de improvisación y mucha precisión. Porque tras el acrobático centro, Trezeguet encontró el momento perfecto para colarse entre Stam y Maldini y efectuar un buen remate que tocó en los guantes de Dida, cuyo desvío no impidió que el balón rebasara la línea.
Presente y futuro
Para los bianconeri, que después del gol aguantarían hasta el minuto 90 con el 0-1, fue la victoria que les abrió las puertas del título. El Milan quedó tocado tras esta derrota y sumó tres empates en las tres últimas jornadas, contra Lecce, Palermo y Udinese. Para la Vecchia Signora, ganar el título era una importante revancha un año después de caer en los penaltis ante el Milan en la final de Champions.
En aquel equipo de la Juventus, aunque no estaba en la convocatoria de aquel 8 de mayo de 2005 debido a una sanción, se encontraba un tal Zlatan Ibrahimovic. Un delantero que dio sus primeros pasos con los turineses como campeón en un equipo importante antes de convertirse en un jugador de culto. Un papel que siguió liderando en el Inter posCalciopoli y, sobre todo, en los rossoneri que ganaron el Scudetto en la temporada 2010/11. Ahora forma parte del organigrama del club como asesor, por lo que Ibra seguirá con especial atención el partido de este fin de semana.
Ibra y Thiago
Porque, a pesar de que no está en juego el Scudetto ni se trata de un partido de final de temporada, el choque entre Milan y Juventus siempre paraliza el planeta. Lejos quedan los días de una Serie A que acumulaba índices de audiencia en todo el mundo, y que en 2003 vio cómo rossoneri y bianconeri se jugaban la Liga de Campeones después de 120 minutos de juego. Sin embargo, este clásico del fútbol italiano aún conserva su fascinación. Una leyenda forjada a base de goles, fricción y tensión.
En el bando juventino, además, estará en el banquillo Thiago Motta, que jugó con Zlatan en el Inter y en el Paris Saint-Germain. Ambos se saludarán antes del partido. El sueco espera que no se repita el flashback de hace casi 20 años. El italobrasileño, por su parte, que vistió la camiseta del otro equipo de Milán, fue el preferido por Ibra para dirigir el banquillo rossonero este verano, pero finalmente acabó en Turín.
En cambio, esta vez los dos serán rivales. Uno desde la grada y el otro desde el banquillo protagonizarán el reencuentro más simbólico de todos. No obstante, ninguno de los dos estará en el campo para echar una mano a sus compañeros. El tiempo pasa para todos y ahora les toca apoyar a sus clubes de otra manera. Uno con carisma, el otro con táctica. Cada uno en su estilo.