Desde que el propio Messi desveló que rechazaba las ofertas de Arabia Saudí y del Barcelona y que su elección era la de jugar en Miami han pasado varias semanas. 

Entre sus vacaciones y la complejidad de las cláusulas de su contrato, que no sólo abarca el de jugador sino el de más allá, cuando decida retirarse, habían pasado días eternos para los seguidores al soccer en Estados Unidos. 

No había miedo, ni mucho menos, porque todo estaba verbalmente pactado, pero ponerlo en el papel siempre puede guardar alguna sorpresa. No ha sido el caso y todo se ha resuelto como se había hablado. Dos años y medio de vinculación como jugador y luego, acciones del club, entre otros beneficios.

Messi llegó a su nueva ciudad el martes. Se le ha visto incluso ir de compras a un supermercado como una persona normal. Algo que no había podido hacer en años ni en Barcelona ni en París. 

Ahora le queda su presentación ante su nueva afición, prevista para este lunes a las 2 de la madrugada, hora española (CET). Y a partir de ahí, a ponerse en forma, a esperar el reencuentro de Sergio Busquets, y a sacar al Inter Miami de los puestos bajos de la MLS y convertirlo en un equipo campeón.