Momento Flash: 11 jugadores, 35 segundos y vuelta al mundo en tiki-taka en una oda al fútbol
Cinco días después de que escribiéramos sobre el dúo diabólico del Arouca, Daniel Sousa, como si de un director de orquesta se tratase, nos demostró que en Serra de Freita no hay sólo un dúo autosuficiente a lo Simon & Garfunkel o a lo Dúo Dinámico, sino toda una orquesta internacional a sus órdenes.
En el saque inicial contra el Oporto, los once jugadores intercambiaron 15 pases y abrieron el marcador con una auténtica oda al fútbol compuesta en 35 segundos. Una sinfonía lenta y segura que empezó en España, pasó por Portugal, saltó a Brasil, fue a Uruguay, se desencadenó en Guinea y se materializó de nuevo en España.
Fue media vuelta al mundo en pocos trazos, con notas sencillas, convergentes y sin florituras, que culminó con un final apoteósico: Cristo golpeó los tambores, Mújica hizo sonar los platillos y el público saltó de alegría para aplaudir la sinfonía perfecta de un Arouca en forma de caramelo.
El momento catapultó a los Lobos a una fase de confianza e inspiración que no se vio sacudida por el empate de los Dragones desde el punto de penalti. Era de esperar, dado que el Arouca nunca había vencido al Oporto, y todos sabemos el peso que esos registros negativos pueden tener en un equipo. No hay más que ver el inicio de temporada del Arouca y del Estoril, o el estado de forma reciente de Chaves y Vizela (que volvieron a la senda de la victoria en la última jornada).
Pero este es un Arouca diferente, que no sólo ha recuperado la confianza y la fe en sí mismo impuestas por Armando Evangelista, sino que la ha aumentado. El cuerpo técnico de Daniel Sousa aportó un soplo de aire fresco y más libertad a los jugadores creativos de la delantera. A la media hora de juego, otra jugada sencilla y efectiva por la derecha acabó en penalti. Cristo no se amilanó y engañó al experto Diogo Costa.
Seguros, competentes y hambrientos de gol, los Lobos no se privaron de atacar cada vez que olían sangre en la defensa portista, la mayoría de las veces por la banda derecha, constantemente desprotegida. En el primer gol apareció Cristo, en el segundo fue Pedro Santos, en el tercero faltó el otro artista de la variedad...
David Simão fue el maestro de ceremonias que ofreció el escenario a Jason Remeseiro. El español tomó el relevo como solista, invitó al baile a Fábio Cardoso - que no tenía el pedal - y, con un signo de exclamación, hizo historia con el gol que aseguró no sólo la primera victoria en casa sobre el Oporto, sino también la primera racha de cuatro victorias consecutivas en liga.
Se puede decir que en Arouca se juega mucho fútbol.