El Cádiz da una lección de entereza y remonta con furia ante un Villarreal apático (3-1)
El fútbol es un juego de aciertos y errores y así llegó el primer gol del partido en el Nuevo Mirandilla. Con una equivocación tremenda de Iza Carcelén y una buena resolución de Alexander Sorloth. El lateral cadista intentó una cesión a su portero pero se confió demasiado y no se dio cuenta de la presencia cercana del noruego. El delantero del Submarino, astuto, supo intuir el envío, se adelantó a Ledesma y pudo batirle para lograr adelantar a su equipo. Pocos minutos después, los locales pudieron resarcirse. Rubén Alcaraz chutó fuerte, paró Jorgensen con dificultad y su despeje lo aprovechó, muy rápido, Chris Ramos, para lograr su primer gol de la temporada. El Cádiz volvía a empujar arropado por su afición.
El Villarreal vio, de repente, cómo el día se convirtió en noche. A Alfonso Pedraza, que mantenía un pique con Iván Alejo desde el comienzo del partido, se le cruzaron los cables y dio un cabezazo al extremo del Cádiz que supuso una tarjeta roja inmediata. Por si esos dos mazazos no hubieran sido suficientes, Sorloth, su punta de referencia se lesionó y tuvo que ser cambiado por Morales. El fútbol volvió a mostrar su carácter cambiante. El Cádiz, viendo el estado de su enemigo, quiso rematarlo. Un despiste monumental de Cuenca y la persistencia de Chris Ramos, supusieron un penalti de Jogensen al canterano cadista que transformó Darwin Machis.
En 20 minutos el Villarreal pasó de la fiesta a la UCI. Se salvó del funeral porque el tercer gol, marcado también por Machís, fue anulado por fuera de juego. Setién no se lo podía creer. El Villarreal es un equipo vistoso, bonito de ver y además suele ser efectivo en ataque, pero en Cádiz fue un espejismo. El equipo de Sergio González logró anularlo por completo. Ni el genio de Gerard Moreno apareció por el Nuevo Mirandilla.
Si había alguna duda sobre qué equipo iba a ganar el encuentro, al comienzo de la segunda parte, Darwin Machís logró un gol de bandera. Hizo una diagonal desde fuera hacia dentro y soltó un latigazo con la derecha que fue absolutamente imparable para Jorgensen. Era la lápida para la tumba del Villarreal.
La lección del Cádiz fue de fe y de coraje. Los pequeños a veces se rebelan y el fútbol no entiende de presupuestos. El balón es el que manda. El Villarreal lleva una victoria y tres derrotas en los primeros cuatro partidos. Setién tiene trabajo por delante para que el Submarino amarillo vuelva a emerger.