El oro olímpico para España llega en Camello a París (3-5)
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Con 40.000 franceses llenando el Parque de los Príncipes, los pupilos de Thierry Henry poco necesitaron para motivarse. Tenían que aprovechar ese aliento para amedrentar a los españoles. Y lo consiguieron a los 10 minutos. Un mal despeje de Baena dejó el balón suelto en el área. Millot no lo dudó y pilló a contrapié a un Arnau Tenas que terminó de empujar la pelota hacia su propia portería. A remar contracorriente a las primeras de cambio.
Pero lo que más esfuerzo cuesta sabe mucho mejor. Y los de Santi Denia no es que no hubieran dicho su última palabra, es que ni siquiera habían comenzado a hablar. Ahora, cuando abrieron la boca fue para silenciar París.
Fermín-Baena, qué pareja de oro
Baena, redimiéndose de su error anterior, se inventó una asistencia de lujo para un Fermín tocado por la varita de los dioses del gol. Su disparo de primeras, ajustado al palo, puso el 1-1 poco después del cuarto de hora.
No contento con ello, el del Barça, omnipresente, apareció en el segundo palo para meter el pie y el alma y firmar el 1-2 tras un rechace de Restes a remate a bocajarro de Abel Ruiz. Sexto gol del onubense.
Y para no ser menos, Baena, el otro campeón de Europa este verano, enseñó sus credenciales con un libre directo desde la frontal que besó las mallas para colocar el 1-3. Increíble, maravilloso, qué cuarto de hora mágico para La Roja.
Por si fuera poco, si el del Villarreal ya se había ganado el perdón, antes del descanso también se redimió Arnau Tenas evitando un gol claro de Mateta.
A resistir... y a sufrir
No les quedaba otra a los de Henry que atacar y atacar si el oro querían encontrar. Rozaron pronto el segundo con un testarazo al larguero de Manu Koné. Aviso claro para salir de la cueva y volver a asomarse a los dominios de Restes. Pero la presión era tal que los españoles se mostraban impotentes para recuperar la bola y llevar el ritmo. En estas, y aunque pasaban los minutos sin variaciones en el marcador, Arnau Tenas tuvo que volver a aparecer con otra mano prodigiosa a Koné.
Pero tanto fue el cántaro a la fuente... que nada pudo hacer el meta del PSG para evitar el gol de Akliouche, que rozó la bola tras saque de falta para incendiar el Parque de los Príncipes con el 2-3. Y aún quedaban 10 minutos. Tocaba sufrir muchísimo.
El penaltito de regalo a Francia
Porque no sólo se jugaba contra Francia, sino en Francia. Y en sus Juegos Olímpicos. No hace falta decir más, ¿no? Ya en el tiempo añadido, un agarrón mutuo de Turrientes y Kalimuendo, aunque un poco más insistente el del español, permitió al árbitro revisarlo a cámara lenta. Estaba deseando pitarlo. Y lo pitó. Y Mateta engañó a Arnau Tenas para poner el 3-3.
Aún quedó tiempo para que Restes mandase al larguero un zurdazo de Turrientes y para que Tenas rechazara con los puños un disparo cercano de Olise. La prórroga ya esperaba.
Camello de mi vida y de mi corazón
Ya no había táctica ni orden ni concierto. Los ataques se sucedían, el susto se balanceaba de lado a lado... hasta que Sergio Camello, a pase de Bernabé, volvió a silenciar París con una picadita que supuso el 3-4 en el minuto 99.
La lección ya la tenían aprendida los de Santi Denia, que intentaron alejarse todo lo posible de su propio marco. Por si las moscas. Aun así, Arnau Tenas tuvo trabajo que resolver en unos últimos instantes interminables. Pero lo hizo. Y no sólo paró sino que asistió a Camello con un pase de 40 metros con la mano para que volviera a marcar.
Y España, en París, ante Francia, se elevó al cielo para colgarse la medalla de oro de los Juegos Olímpicos.