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El Tiburón de España afila su mandíbula

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Ferran Torres, mirando su camiseta en el vestuario
Ferran Torres, mirando su camiseta en el vestuarioRFEF
Ferran Torres (24) fue el goleador de España en el partido ante Albania. El delantero del Barcelona, acostumbrado en su equipo también a salir de suplente, no se resigna y quiere ser importante en la fase decisiva.

Por lo pronto, la UEFA, por ser quien marcó, le otorgó el MVP a final del partido. Y él tan feliz. "Tengo una especie de vitrina en casa y ahí tengo tanto los títulos individuales como los colectivos. Cuando voy por casa y subo a la habitación, siempre paso por delante y es una manera de recordar todo lo que estoy haciendo", ha contado a los medios de la RFEF. 

Desde luego, con la selección va camino de ganar más, pues marca cada 133 minutos, un registro que le coloca entre los mejores. "20 goles, quién lo diría… Parecía hace dos días que debutaba con la selección y, siempre lo he dicho, aquí sale un Ferran que ni yo mismo conocía. Siempre dije que quiero hacer historia con la selección, meterme entre las leyendas que están entre los máximos goleadores, y seguir soñando a lo grande".

Lo hace con su rutina, con sus maneras de entender la vida, con su música. "A lo largo del día voy cambiando de música. Es verdad que por las mañanas me apetece algo más calmado, más tranquilo, pero conforme va pasando el día y se acerca el partido ya me gusta algo más de salseo, reguetón… Al final te ayuda a motivarte más".

Y también con el recuerdo de su gente, representada en una cruz que tiene un valor incalculable para él. "La cruz es un regalo que me hizo toda mi familia, mis amigos y mi equipo de trabajo. La guardo con mucho cariño. También la fe que tengo tanto en mí como en las energías que transmitimos es algo que me acompaña en los partidos, es una manera de, cuando veo la cruz, ver a mi gente".

El Tiburón, de caza

En Alemania, Ferran Torres huele a sangre y quiere más, por algo se siente tan cómodo con lo del apodo de tiburón que nació de la manera más inesperada. "Las espinilleras del tiburón… Fue el regalo de un fan, que me las regaló a cambio de una camiseta. Le di la camiseta y, cuando vi las espinilleras, me gustaron muchísimo. Las mías ya estaban desgastadas, me las puse y me están dando suerte…", desvela.

Tiene sus supersticiones y también sus rutinas, mal no le ha ido. Por eso, antes de cada batalla se dedica un tiempo de silencio en el vestuario. "Es un momento de la tensión del partido, vienes de calentar, estás con pulsaciones muy elevadas. Es un momento de hablar conmigo mismo, de analizar la situación, de transmitirme tranquilidad. De traerme calma a mí mismo".

También le relaja mucho el bañarse en agua helada cada mañana, a ocho grados está la pileta, puede que incluso menos. "Al principio empecé yo solo. A base de ser muy pesado, me pude traer a Pedri cada mañana. Es una manera de superarte a ti mismo. Cuando salimos de la cama no tenemos ganas de meternos en algo tan frío como nos metemos. A nivel físico, nos ayuda. Y para manejar a nivel mental las emociones, me ayuda mucho empezar con un baño frío".

Así es Ferran Torres, un delantero curtido en mil batallas, muy seguro de sí mismo y cada día más consciente de que en el fútbol hay días buenos y otros que no lo son tanto. Así lo lleva grabado en su piel. "Es un tatuaje que tengo en el tobillo, me lo hice con mi hermana y con mi primo y significa que me niego a hundirme, por mucho que vayan mal las cosas, los malos días también pasan y hay que saber afrontarlos con la misma ilusión con la que afrontas un buen día".