De salida, Ancelotti dejó en el banquillo a Fran García, Valverde y Toni Kroos. Nacho fue la opción elegida para acompañar a Rüdiger en el centro de la zaga con Alaba de lateral. En el centro del campo, Tchouameni tenía una nueva oportunidad para reivindicarse de blanco con Modric y Camavinga de interiores y Bellingham de mediapunta. Arriba, la única munición disponible: Rodrygo y Joselu. Hasta que vuelva Vinicius no hay más.
El novato no se amilanó. Salió con descaro al gran escenario de la Champions. El miedo escénico no le afectó. De hecho, tardó sólo dos minutos en dar un primer susto a Kepa. Un centro de Becker desde la derecha estuvo a punto de rematarlo Behrens dentro del área pequeña. Rudiger, rapidísimo, lo evitó.
Tardó poco en replicar el Madrid con un centro de Bellingham que Joselu no logró rematar como él esperaba. Apretaba el equipo de Ancelotti pero no se atrincheró el valiente visitante. Muy sólido atrás, aprovechaba la velocidad de Juranovic y Gosens por las bandas para intentar algo de peligro, sin mucho éxito, todo sea dicho. Muy compacto y ordenado, el equipo alemán supo contener a la perfección el dominio madridista. Su portero, Rönnow, apenas se vio inquietado salvo por algún remate de cabeza desviado de Joselu. La posesión del Madrid resultaba estéril. Con un rival tan bien posicionado, el equipo blanco necesitaba más rapidez en la circulación de balón y algún pase filtrado entre líneas. En ninguna de las dos facetas brillaron los centrocampistas del Madrid.
El inquilino del Bernabéu se fue al descanso con ocho corners a su favor pero un sólo tiro a puerta y una sensación de poco peligro. El juego pedía meter una marcha más de cara al segundo asalto.
Así lo hizo. Rodrygo, a los cinco minutos, tuvo una doble oportunidad. Una internada con disparo posterior lo sacó el portero danés y un centro posterior de Lucas Vázquez lo remató de forma impecable el brasileño al palo. En un minuto el Madrid generó más peligro que en los 49 anteriores. Dos minutos más tarde, la tuvo Joselu y la salvó de nuevo Rönnow. El Madrid pisaba el acelerador.
La siguiente fue también de Joselu. Otro impresionante remate de cabeza del gallego acabó en el palo tras paradón del guardameta del Union. El muro de Berlín se mantenía en pie.
El siguiente en cargar la escopeta y disparar fue Modric. Un zurdazo del croata lo desvió de nuevo Rönnow, convertido en salvador de su equipo. Resistía como podía el Union Berlín las acometidas, cada vez más intensas, de un Madrid, ahora sí, agresivo y contundente. Junto al inspirado portero, el mítico Bonucci lideraba la resistencia de su nuevo equipo.
Bellingham pedía a sus compañeros seguir percutiendo. Por la derecha, por la izquierda y por el centro, el asalto era permanente. Muchos aficionados alemanes se marchaban del estadio cuando la historia madridista les dio un baño de realidad. Un zapatazo de Joselu tocó en un par de jugadores y Bellingham, el más listo de la clase, cazó el balón para enviarla al fondo de las mallas. El muro, repleto de cañonazos, cayó por fin.
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