El 'Marathon des Sables', carrera para probar los límites en el infernal desierto marroquí
Este año, más de mil participantes de 55 nacionalidades diferentes salieron desde Er-Rachidia, en el este del reino. Tienen por delante un recorrido de 242 kilómetros divididos en seis etapas diarias, siendo la cuarta la más larga con 90 km.
El escenario desértico hostil, con llanuras de arena y colinas rocosas, además del calor con entre 35 y 40 grados de media, pondrán a prueba la resistencia de los atletas. Eso sin contar las tormentas de arena, como la que ya sorprendió a los deportistas en su llegada al vivac de la primera etapa el domingo por la tarde.
Repiten estrellas consagradas en las arenas como el marroquí Rachid El Morabity, que a sus 41 años buscará su décima victoria, o la neerlandesa Ragna Debats, que vuelve en esta edición tras su victoria en 2019.
También hay participantes anónimos, como Gabriel Clair, participante francés que se apuntó para cumplir "un desafío personal" y vivir "una gran aventura humana". "Estoy con todos mis amigos que están detrás, estamos para compartir buenos momentos", declaró a la AFP.
"Disfrutar al máximo"
"Desde luego hay dificultad pero cuando vemos el paisaje que hay alrededor, intentamos siempre disfrutar al máximo", añade, en el vivac instalado en Er-Rissani, en una llanura arenosa en medio de las colinas de roca bajo un sol aplastante.
La víspera de la salida, los participantes tuvieron que proporcionar un electrocardiograma de menos de un mes además de un certificado médico también de menos de un mes de antigüedad, señala uno de los médicos del Maratón Philippe Gigabel.
"Hay una mezcla de todo, tenemos ganas de empezar, de estar ya en la carrera y por otro lado también hay estrés", cuenta Yan Mancheron, antes de participar en la salida de la carrera.
"Vamos a intentar ir con tranquilidad y disfrutar. Espero activar el 'modo máquina' lo más tarde posible", dice sonriendo.
La etapa reina del maratón este año no será sencilla, con muchos tramos arenosos duros para las piernas y la organización está en guardia.
Si bien se proporciona agua, los corredores a pie arrancan en autosuficiencia alimentaria y llevan su comida en sus mochilas: platos liofilizados, semillas, bebidas energéticas en polvo, tabulé, barras de cereales...
La mochila, que pesa entre 6,5 y 15 kg, debe llevar un rastreador GPS y un cronómetro electrónico pero también instrumentos de seguridad indispensables: una brújula, una manta térmica, un espejo de señales o un extractor de veneno. "Tenemos toda la comida en la espalda, nos toca a nosotros gestionar nuestras jornadas" hasta el sábado y la llegada a meta de la carrera, precisa Jérôme Martos.