La última carrera de Peter Sagan: el ciclismo, un deporte falto de regalos

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La última carrera de Peter Sagan: el ciclismo, un deporte falto de regalos

Peter Sagan en la presentación del equipo antes de su última París-Roubaix
Peter Sagan en la presentación del equipo antes de su última París-RoubaixAFP
Tras una caída en el segundo sector adoquinado, Peter Sagan terminó su última París-Roubaix en el arcén. Un epílogo que refleja el final de su anónima carrera y el carácter que se ha forjado.

Faltaban 151 kilómetros para la meta en el Velódromo y esta edición 2023 de la París-Roubaix no había hecho más que empezar. Pero fue en Viesly, en el segundo sector adoquinado, donde la historia de Peter Sagan con la 'reina de las clásicas' llegó a su fin.

En el lado izquierdo de la carretera, el corredor eslovaco se fue al suelo, sin dejar lugar a dudas de que sería abandonado. No habría vuelta de honor para "Peto", el radiante ganador en 2018, en el mítico velódromo tras un mano a mano con Silvan Dillier.

A sus 33 años, el de Zilina es solo una sombra del impetuoso campeón que sacudió el Tour de Francia en 2012, una especie de Zlatan Ibrahomovic del pelotón, autor de vistosas celebraciones o de una buena palabra. Un ciclista rockero que agitó y dio espectáculo.

El epílogo no está a la altura del personaje que encarnó. Sagan fue algo más que un "simple" campeón: devolvió el interés al ciclismo, con una imagen extrovertida y simpática, en un momento en el que el Sky de Chris Froome ofrecía al gran público un revival del US Postal de Lance Armstrong.

Destacado corredor, triple campeón del mundo consecutivo de 2016 a 2018, ganador de dos Monumentos (la Ronde en 2016, la París-Roubaix en 2018), capaz de ganar la clasificación por puntos en el Tour y el Giro, Sagan ha estado en declive en las últimas cuatro temporadas y su fichaje por el TotalEnergies de Jean-René Bernadeau en 2022 no frenó el proceso. Volvió a las filas tan rápido como había surgido, superado, como muchos otros, por la aparición de los huracanes Tadej Pogacar, Mathieu van der Poel, Wout van Aert y Julian Alaphilippe.

Esta llegada a la Vendée marcó el inicio de su ocaso, que ya había vislumbrado en el Bora-Hansgrohe, que no se empeñó en prolongarlo. Era tan extravagante que decidió fichar por un Pro Continental, la segunda división mundial.

Sagan aportó su profesionalidad, nuevos colaboradores y un nuevo equipo. Pero no obtuvo ningún resultado. Su última campaña de clásicas habla por sí sola: tres abandonos (E3, Ronde, Roubaix), 44º en la Milán-San Remo, 83º en la Gent-Wevelgem.

Al contrario que Mark Cavendish, Froome o André Greipel, ni siquiera consiguió ser convocado por un equipo World Tour, como si todo el mundo se hubiera dado por vencido con él.

Su última Flandrienne, la carrera que ganó con el maillot irisado, merecía un final mejor. El ciclismo es un deporte al que le faltan regalos. El domingo por la tarde fue francamente injusto.