Con Carlos Alcaraz y Pablo Carreño en los cuartos de final, tanto Roberto Bautista como Albert Ramos buscaban sus respectivos billetes para estar también entre los ocho mejores. No lo tenían fácil porque se medían a a dos tenistas de nivel, cada uno en un contexto diferente de su carrera, pero tan solo el primero consiguió solventar la papeleta de los octavos, en su caso contra el veterano Andy Murray. 

Duelo generacional el del valenciano y el británico, dos deportistas que afrontan sus últimos años en la élite. Tan corto fue el juego inaugural como largo el segundo. No falló Bautista con el saque, pero lo pasó muy mal Murray para establecer el empate. Hasta cuatro bolas tuvo que salvar para no perder el servicio, un estado de ansiedad y tensión que le llegó demasiado pronto. Paradójicamente, ambos rompieron el break de forma consecutiva en una especie de pacto de agresión (2-2).

A partir de ahí, Roberto dio un paso hacia adelante y consiguió hacerse fuerte en los momentos más delicados, cuando hacía falta tirar de cabeza. Evitó un punto de break que le hubiese dejado con el marcador en contra y dio el golpe definitivo cuando tuvo que emplearse a fondo en el resto para condenar al escocés, que trató de resistir y acabó sucumbiendo (6-3)

Consciente de la buena situación en la que estaba, el castellonense salió con firmeza a por el triunfo y pronto ya gozaba de una ventaja de cierto significado (2-0), aunque estuvo muy cerca de perderla. Tiró de casta para anteponerse a un 0-40 en contra y estableció un valioso 3-1. Mantuvo su buen hacer durante el resto del encuentro y, dado ese marcador a favor, Bautista celebró una victoria que amplía la representación española en los cuartos de final (6-2).

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Ramos, imponente ante Bublik

Ramos, por su parte, fue incapaz de hacer que el primer set durase más de 36 minutos y claudicó por 6-3. Aguantó el ritmo, aunque con susto -dos ocasiones claras de perder el servicio-, hasta la mitad. Ya al final, en un juego que necesitaba llevarse para empatar a cuatro, no pudo frenar al kazajo. La diferencia en el saque fue uno de los aspectos más determinantes (el español no logró ningún punto de esa manera -frente a los cuatro de su oponente-).

Albert, con 1-2 a favor en la segunda manga, pudo romperle el break hasta dos veces a Bublik. Hubiese podido cambiar el desarrollo de un set que necesitaba vencer para mantenerse vivo en el torneo de Basilea. Su buen hacer en el cuarto juego tuvo poco que ver con lo visto en el siguiente, cuando perdió el servicio -salvó dos, pero no pudo con el tercero- y empezó a despedirse de la victoria. Esos dos golpes anímicos fueron más letales que cualquier revés sobre el suelo suizo. Al final, 6-3 de nuevo y derrota consumada.

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